domingo, 16 de febrero de 2014

El escritor.

Siempre es difícil ponerse de nuevo a coger la pluma, aunque en este caso, es volver a coger el teclado como antiguamente. Hacía tiempo que no disponía de tiempo para escribir unas líneas, nada importante la verdad, solo eso, unas líneas. A veces no sabes ni por dónde empezar ni hacia donde encauzar esto. Comienzas a escribir automáticamente y te vienen pensamientos, ideas, canciones, situaciones, que nunca llegaste a vivir del todo.
Pero, ¿Qué es eso de vivir del todo?
Alguien alguna vez me dijo que vivir del todo una experiencia es acabar algo y terminarlo. Llegados a este punto del camino se me ocurren cientos de experiencias incompletas. Cientos de planes de futuro sin acabar, historias fugaces de miradas pasajeras en el metro, historias intensas de esas que te queman el alma cada vez que pasas por esos lugares que tanto adorabas, momentos de coche donde nos sentábamos en la parte de atrás y hablábamos hasta que se nos iban las horas por la ventanilla sin llegar a ningún lugar.
Parece como que todo sigue su curso y esas historias que empezaban, siguen su camino. Es energía, que ni se crea ni se destruye, solo se transforma y esas historias que escribes con tus puños, tus lapiceros, tus lágrimas se las regalas a alguien para que las termine él y se atribuya los créditos. Es el camino que sigue el autor el que determina la historia y a veces es mejor regalar esas historias ya empezadas para que las continúe otro, aunque tú hayas puesto el título a la obra. Esas miradas mágicas, donde te mordías el labio, donde analizábamos cada gesto que hacíamos con nuestros cuerpos, nos delataban y daban pie a miles y miles de hojas de papel. Y esas historias ya empezadas siguen su curso, para que alguien las termine por ti, y tú te quedes con la satisfacción de ser el autor original de semejante historia que seguramente será un éxito de ventas.

No puedes hacer nada, porque la vida del que escribe, fluye y no se estanca, y siempre busca inspiración en cualquier rincón, incluso de una tediosa tarde de domingo reflexionando sobre las experiencias vividas. Y ahora, la tinta del bolígrafo es la que determina los títulos de cada nueva historia, hasta que se acabe la tinta…

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